Blog del profe de la web "salvados puntocero - ciclos formativos de administración y gestión"

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Aquí encontrarás mis opiniones de los temas más variopintos, no necesariamente relacionado con los contenidos de los módulos. A los alumnos les animo a que expresen sus comentarios. Que analicen, que dicrepen, que juzguen, ...¡que piensen!...

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Yo no quiero ser jurado popular

De forma recurrente van apareciendo casos judiciales que ponen sobre la mesa de la opinión pública la idoneidad o no de los jurados populares. Casi siempre muy mediáticos como el caso Asunta, Bretón, Marta del Castillo o Wanninkhof o, no tan graves, como los trajes de Camps. Partimos de que la Constitución en el artículo 125 dice:  “Los ciudadanos podrán participar en la administración de Justicia mediante la institución del Jurado”. Y, a partir de ahí, se aprobó la Ley Orgánica 5/1995, de 22 de mayo, del Tribunal del Jurado.

Delimita la utilización del jurado popular a determinados delitos. Se trata, concretamente, de los delitos de parricidio, asesinato, homicidio, auxilio o inducción al suicidio, infanticidio, infidelidad en la custodia de presos, infidelidad en la custodia de documentos, cohecho, malversación de caudales públicos, fraudes y exacciones ilegales, negociaciones prohibidas a funcionarios públicos, tráfico de influencias, omisión del deber de socorro, allanamiento de morada, amenazas e incendios forestales.  La elección de los candidatos a ser jurados se hace por sorteo, en la que las partes solamente tienen la potestad de recurrir a los miembros en los que crea que se dan las circunstancias legales previstas.

Las críticas vienen, sobre todo, por los casos mediáticos. Se hacen juicios paralelos en la televisión a todas horas que hace que todos nos hagamos una idea previa de que es lo que ha pasado, los prejuicios. Los que son favorables a esta figura argumentan que  hay que partir de la base de que el derecho penal todo el mundo lo debe cumplir y conocer, y es necesario que las elaboraciones dogmáticas que elaboran los expertos tengan correlación con el sentir general de la población sobre ese asunto concreto. Es un resumen grueso del debate de jurado popular sí, jurado popular no. No quiero entrar en eso, aunque tengo una opinión al respecto. Lo que quiero decir es que YO NO QUIERO SER JURADO POPULAR.

Conocimientos jurídicos tengo, soy licenciado en Derecho, por lo que si hubiese querido entrar en el mundo judicial lo habría hecho; como abogado, fiscal o juez. En los dos últimos casos si hubiese superado una dura oposición, pero resulta que ni lo intenté porque no me atraía. Mi carrera profesional la he orientado hacia otro lado que me gusta más, la docencia. Tan decente y válida como cualquier otra opción. Conozco a compañeros que les hubiese encantado ser jueces o fiscales pero no han podido, y otros que lo han conseguido, enhorabuena a estos, y que se esfuercen en ser mejores profesionales cada día como hacemos todos. ¡Muy bien! Para ellos la difícil decisión de juzgar. Pero yo no la quiero.

Es posible que existan personas no formadas jurídicamente que quieran ser jurado. ¡Estupendo! Ahí abrió la puerta la Constitución en su art. 125. Pero es que yo no quiero ser jurado popular, ¿por qué me tienen que obligar? ¿Qué tradición jurídica española avala la obligación de formar parte de un jurado? ¡Ninguna! ¿Dónde aparece la obligación constitucional de que todo ciudadano debe participar de la administración de justicia? ¡En ningún lado! Al revés, dice “podrá”, posibilidad.


Vamos, que si alguna vez me seleccionan como jurado popular tendré que aplicar la doctrina “ajo y agua” y, para no tener que pagar una buena multa, tendré que aceptar ¡por imperativo legal!

Y tú, ¿qué opinas de todo esto? Deja tucomentario y empecemos una conversación.

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miércoles, 13 de noviembre de 2013

Todos somos emprendedores

¿Cómo podemos definir el término emprendedor?: “palabra de moda referida a aquellos jóvenes que montan una empresa por primera vez para sacarnos a todos de la crisis”
No hay acto público que se precie que no incluya la palabra emprendedor. Durante el mes de noviembre se han acumulado en Albacete muchas conferencias y cursos dedicados al emprendimiento (palabra que, si la buscas en el diccionario de la RAE, no la encontrarás, pero que está preparada para la siguiente edición). Pones la televisión pública y te encuentras con un programa ¿concurso? llamado “Tu Oportunidad” o de reportajes “Made in Spain”.
Entonces, ¿emprendedor es igual a empresario?. Si acudimos al diccionario de la RAE encontramos la siguiente definición: “Que emprende con resolución acciones dificultosas o azarosas”. No aparece ni la palabra empresario ni empresa.
Una cosa es ser emprendedor y otra ser empresario. Todo empresario es emprendedor, pero no todo emprendedor es empresario. Yo me considero emprendedor. Me plateé en que quería trabajar y, después de mucho esfuerzo, aprobé una oposición. En el trabajo intento no estancarme e innovar, mejorar; informándome y formándome para aplicar en clase lo que creo que es más productivo para mis alumnos. Me casé y tengo un hijo al que criar y educar. Todas ellas acciones dificultosas y azarosas. Y todas ellas las afronto con resolución.
Pero, mira tú por donde, no tengo madera de empresario. El empresario tiene que ser capaz de liderar un equipo, cuidando a sus dos clientes (de los que obtiene los ingresos y sus trabajadores de los que depende para tener más o menos clientes que les proporcione ingresos); y, además, arriesgando su propio capital llegando, en muchos casos, a la ruina.
Mi trabajo me encanta, pero si hubiese querido ser empresario hubiera montado un colegio privado. No hubiese peleado, y mucho, para ser funcionario de carrera. Por eso no me gusta que se relacione la palabra emprendedor con empresario. Todos somos emprendedores. Nos planteamos que queremos ser en la vida y nos formamos y preparamos para conseguirlo. Cuando lo conseguimos nos esforzamos en mejorar. Decidimos tener hijos y eso nos lleva a un emprendimiento constante y para toda la vida. Y, que hablar de los que están buscando trabajo, eso sí que es un reto vital lleno de acciones dificultosas e, incluso, azarosas que hay que afrontarlo con resolución para alcanzar el fin, sabiendo que ya no existe el trabajo para toda la vida, que es temporal, que en algún momento habrá que empezar de nuevo, y, posiblemente, varias veces en la vida. ¡Qué no me digan que eso no es también un riesgo!

Y tú, ¿qué opinas de todo esto?. Deja tu comentario y empecemos una conversación.

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